Cuando era junio del 2018: crónica de mi 13J.

Luz Rodríguez
3 min readDec 9, 2020

Cuando era junio del 2018, yo aún trabajaba en un call center de cobranzas de microcentro, por la calle Reconquista. Desde ese momento ya nos habíamos acostumbrado con las pibas de mi grupo a organizarnos y marchar en las fechas que nos convocaban. Para el 13 de ese mes, tocaba hacer presencia porque se debatía en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación el proyecto de ley que garantiza la interrupción voluntaria del embarazo. Fue una sesión histórica y maratónica.

Para ese día, nos habíamos preparado con mi hermana Candela como para ir a cualquier marcha: plata, agua, fruta, papel higiénico y abrigo (este último porque, como dictaba el calendario, era junio y hacía frío). Caminamos hasta el subte H y en el vagón en el que nos sentamos teníamos a una familia en frente nuestro: mamá, papá y bebé. Recuerdo que la madre de esa familia tenía una expresión facial con un tanto de desánimo al ver que teníamos nuestros pañuelos a la vista. “Se sintió amenazada”, creí. Con mi hermana le sonreíamos a su bebé, ya que nos miraba con la misma curiosidad que cualquier bebé tiene cuando se es tan chiquito en un mundo tan inmenso. Luego de esto, la cara de la mamá de ese bebé había cambiado. Nos sonreía al ver que interactuábamos con su hijo.

Cuando llegamos con Cande al punto de encuentro con el resto de compañeras, pasamos por un Coto y luego marchamos para el Congreso: éramos Luz, Cande, Caro, Nati y Agus. La manija iba en aumento con el correr de las horas y ese día era recién el comienzo: mucha sensibilidad se vivía en el aire, con expectativa y ansias. Al día siguiente, la marea verde crecería aún más con el recuento de votos. 129 a 125 habían terminado de dictar los medios. Eran las 10 de la mañana cuando me enteré del resultado y estaba concentrada en mi rutina laboral de todos los días, llamando gente para informarle de una deuda que desconocían por una tarjeta de crédito que ni solicitaron. Entre tanto, se me acercó Carolina (otra, a la cual llamo bajo el apodo de Carolo) que rato antes venía pispeando los últimos reveses en el debate minuto a minuto. Recuerdo haberme acercado a su escritorio momentos antes de las 10 y que estuviera con una ventana especialmente viendo el recuento que dividía al recinto en Diputados entre los puntos verdes (votos a favor) y rojos (votos en contra).

Para cuando se me acercó, Carolo me dijo que teníamos la media sanción y de la nada -en silencio y despacio para no desconcentrar a mis compañeros- empecé a llorar de la emoción. Emoción que no duró mucho al empezar a escuchar a mi supervisor diciendo “bueno bueno chicas, a trabajar”. El mismo que se había mostrado en desacuerdo con que una abortara en cualquier situación, el mismo que sólo lo creía necesario “en casos de violación” -sí lindo, te vamos a pedir permiso a vos y a todos los tuyos antes, esperá sentado- y el mismo que luego me enteré que echaron por violento (no me sorprendió).

Pero lloré y fue de alivio, porque en ese momento supe cuánto me significaba esa ley porque pensaba en mi vida pero también en la de mi hermana y mis amigas. Porque a través de mi vida, vi la vida de mujeres que me rodean y que la tuvieron difícil maternando. Que fueron madres antes de tiempo, antes de lo deseado o antes de lo esperado. Que no se arrepienten y aman a esos hijos que llegaron de sorpresa. Pero sería un error pensar que porque unas la tuvieron fácil, otras también. Porque son incontables las razones porque las que podés no querer y que pueden variar entre temerle a gestar, a parir, a no darle la seguridad material que ese bebé merece, a repetir cosas que viviste con tus padres, porque tenés otras prioridades y porque siempre soñaste cosas que no tenían que ver con tener hijos. Porque la importancia de maternar está en elegir, en que sea deseado y ansiado, en que haya brazos que lo reciban listos y con seguridad a ese niño que puede venir.

Educación Sexual para decidir.

Anticonceptivos para no abortar.

Aborto legal para no morir.

Vigilia del 13/6/2018. Foto: Romina Morua para Colibrí Revista

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Luz Rodríguez

Periodista. CABA. La realidad será contada o no será. No cazo la ironía.